Filibusterismo de pacotilla

Su hazaña, durante la cual no podía sentarse o ir al baño para no
ceder la palabra y perderla, estuvo motivada por una carta en donde el Fiscal
General se refería a la potestad del
Presidente Obama de usar aviones no tripulados en contra de ciudadanos en casos
de terrorismo. Paul no encontró mejor forma de protestar, defender sus
principios y la integridad del pueblo norteamericano que confrontar, de esa
manera, el nombramiento de una autoridad y alertar sobre algo tan elemental
como el no matar individuos con aviones fantasmas.
Esta técnica, conocida como
filibusterismo, permite que se posponga la votación y un determinado tema no
pueda volver a tratarse debido al ajustado horario con el que se fija la agenda
legislativa. Exige, evidentemente, una gran capacidad de oratoria,
estructuración de ideas, y, además, algo de estado físico. Lo interesante de
Paul es que durante su intervención no dejó de hablar del tema central: los
aviones no tripulados o drones, como se los conoce en inglés. No empleó, como
otros políticos que también utilizaron esta técnica en debates pasados, la
lectura de libros, agendas telefónicas o poemas para quemar tiempo. Habló,
habló y habló. Y lo hizo muy bien, al punto de que su intervención fue una
sensación en las redes sociales y causó mucho entusiasmo entre los jóvenes.
Me acordé de este interesante
episodio de la política norteamericana al ver el pobre desempeño del primer
debate que se llevó a cabo en nuestra Asamblea Nacional el pasado viernes. Fue
algo realmente triste y vergonzoso. Desde una asambleísta que decidió leer toda
su intervención, como si el debate parlamentario se tratara únicamente de darle
tonalidades a la voz y repetir lo que algún asesor escribió previamente, hasta
una cantidad de discursos que no tenían la menor coherencia lógica. El arte de
no decir nada, o peor aún, leer y no decir nada. Y eso no fue todo, algunos
leían de una inmensa pantalla de power point proyectada a todo el Pleno, ¡como
si el debate fuera la presentación de un trabajo final en la escuela! Hasta los
periodistas se reían incrédulos. Ese debate me confirmó que en esta Asamblea
existen contadísimos legisladores que valga la pena tomar en cuenta. Parecería
que la gran mayoría no sabe lo que implica estar en ese lugar o no sabe quienes
estuvieron sentados allí hace muchos años. Difícil que esta Asamblea supere el
nivel que tuvieron congresos como el de 1979 o el de 1990, que tenían entre sus
integrantes a expresidentes, futuros presidentes, a los mejores oradores y a las
cabezas más lúcidas y respetadas del Ecuador. En esos tiempos, leer un discurso
no sólo estaba prohibido sino que era una demostración de ineptitud e
inferioridad. Nadie lo hacía. Por suerte para los novísimos asambleístas ahora
cada intervención tiene un límite de diez minutos, así que con tres hojitas de
papel bien leídas y uno que otro alarido basta, se pueden llamar legisladores
de la Patria.
© Artículo publicado en el Diario
el Heraldo (4-06-2013)
Muy bueno, Esteban!
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